En la célica alcoba ensordecía
Un silencio de tímidas ansias
Misterioso, pensativo, te encontrabas.
Junto aquel rincón exiguo
A media luz observaba tus ojos
alucinando entre tus silencios.
En tu boca entreabierta mostrabas
Aquella extraña sonrisa, mientras
En la quietud de tu mirar
Fingías observar por el ventanal
Tu sigilosa presencia me
arrebataba tenues suspiros
En silencio mi piel deseaba la arquitectura de
tus labios
Y
Tus incentivas manos imploraba que algún día.
Me llenaras de caricias hasta
enloquecer mi piel.
Autor: María de la Luz García
Castillo